viernes, 10 de julio de 2020

QUÉ HACEMOS CON LA NOSTALGIA DE HOY?

No sé si son cosas mías, pero noto que hay mucha nostalgia en el ambiente.  No sé si ustedes lo ven igual. No solo en la redes, sino también en las conversaciones en familia, amigos y vecinos. La aparición del COVID 19 en el mundo  y la consiguiente cuarentena nos sensibilizo en gran medida, ver como obtenemos las cosas materiales,  espirituales y las relaciones  para estar bien, tranquilos y ser felices.  Pensamos ahora que el mundo pasado fue mejor. En Venezuela por los problemas o crisis socioeconómica que atravesamos, además de la diáspora que ha separado a casi el 20 por ciento de las familias en el país, nos lleva irremediablemente a extrañar las cosas buenas que hacíamos y teníamos .  Un gran lío existencial. 
Como afirma Ignacio Quepons (2013), de la Universidad Nacional Autónoma de México, «la nostalgia no sólo advierte indirectamente el valor por un evento pasado sino que despierta un anhelo por volver a vivirlo tal y como se vivió entonces». 
Si conseguimos vivir con plenitud, podremos sentir nostalgia de ciertos momentos, pero evitaremos sentirnos encallados en el pasado.

Recordar no es malo. Las personas estamos hechas de recuerdos, de experiencias y vivencias que edifican lo que somos en la actualidad. Dejar que la nostalgia nos acaricie de vez en cuando con su aire tibio y evocador no tiene por qué ser algo negativo. Según nos dicen los especialistas, el ser humano pasa gran parte del día “recordando cosas”, pero ahora bien, no debemos anclarnos a esos recuerdos de una forma obsesiva.
En ocasiones, dejamos de lado el momento presente para experimentar un pasado que parece que nunca se va. Nos da miedo soltar los recuerdos que una vez fueron tan importantes para nosotros. Esto puede hacernos mucho daño y evita que podamos disfrutar del ahora y seguir hacia delante 

Unas personas son más propensas que otras a sentir nostalgia: Tal vez nos guste mirar sólo hacia delante. O a lo mejor somos de los que guardan todas y cada una de las cosas que pueden; los juguetes de la infancia, la camiseta de nuestro primer concierto, el billete de aquel viaje, etc. Las personas somos muy distintas en este aspecto (y en la mayoría de los ámbitos). La propensión a la nostalgia depende bastante de nuestra personalidad y nuestra forma de ver la vida.
Cada etapa tiene sus ventajas y sus desventajas. A veces tenemos que hacer elecciones y es imposible avanzar sin que algunos elementos positivos de nuestras vidas se pierdan por el camino. Esto puede provocarnos una gran insatisfacción o simplemente un poco de añoranza y levantar nuestro ánimo al revivir momentos felices. No obstante, nosotros tenemos la última palabra a la hora de decidir cómo queremos sentirnos.